viernes, 12 de junio de 2009

Natalia

Era una noche fria de Diciembre del 98. No recuerdo exactamente que fecha, pero si recuerdo muy claro lo que sucedio ese día: Estuvimos apunto de morir. Todo ocurrió en un conocido centro comercial.
Salia justo de la última función del cine para prender mi ultimo cigarrillo, estaba solo y cansado del trabajo, quería regresar a mi hogar a descansar. Por desgracia no tenia un encendedor. Así que le pregunté a la primera persona que vi pasar a lado mío, y esa persona eras tú. Me ofrecistes amablemente tu cigarrillo para prender el mío, de ahí que recuerdo, rompimos el hielo con una conversación. Resultó que tus amigas se habian ido antes de que acabe la función, pero tu decidistes quedarte hasta el final de la película.
Luego de estar un buen tiempo parados, se me ocurrió la idea de invitarte una taza de café, ¿Porqué no? Así que nos sentamos en la única mesa disponible del primer restaurante que vimos. Lo curioso era que... ¡Aún no sabía tu nombre! Y me propuse a preguntartelo:
-Bueno y ¿Cómo te llamas?

Ni bien termine de formular la pregunta, y un gran ruido de explosión se escuchó desde la cocina del restaurante, y como si fuera de una película de terror, una gran ola de fuego nos tumbó hacia una esquina, dejando todo el local en llamas. ¡Pero qué carajos! El golpe me dejó inconsciente.
Desperté en la mañana siguiente en un hospital. Estaba aún algo aturdido por los golpes y quemaduras en mi espalda, pero lo suficiente mente cuerdo para recordar lo sucedido. Había un bombero sentado alado mío, lo habían encargado para que me cuidara. Muy amable el tipo. Le pregunté que sucedio exactamente ayer después de haber quedado inconsciente, ¡y que habrá sucedido contigo!
El bombero resultó ser uno de los encargados de mi rescate, y luego de darle toda mi gratitud, me contó lo sucedido con lujo de detalles....
-"El restaurante parecía un infierno total. Nuestro personal no podía con toda la furia de las llamas. A medio parecer, creíamos que todos estaban muertos. Pero al fondo en una esquina, se podía divisar dos bultos aun vivos en medio de los escombros y llamas: eran ustedes. Al asomarnos, ella acababa de recuperar la conciencia. Era fuerte y algo inestable. Al verte tirado en el suelo, comenzó a pegar gritos desesperados de auxilio. Viendo que nosotros no podíamos hacer nada para ayudarlos, le dimos las instrucciones a lo lejos para que tomara tus signos vitales, confirmando que tu estabas aún vivo. De repente, ya no pudiendo soportar las brasas del fuego, ella se armó de coraje y valentía. Se levantó del suelo removiendo el escombro ardiente con sus manos, y con una energía inexplicable, te agarró entre sus brazos y te cargó. Sufrió quemaduras graves en sus pies y manos, aun así no desistió. Comenzó a correr por el local y a esquivarse de las llamas, hasta llegar donde nosotros estábamos. Entregó tu cuerpo a salvo a nuestros brazos, y en medio de toda la confusión, nos pidió el favor que cuando despiertes, te dieramos un recado. Sabes, creo que ella estaba loca. Cualquier humano aprovecharía para expresar sus últimas emociones. Antes de que se la llevaran los paramédicos, muy tranquila sólo nos dijo:
-Diganle que me llamo Natalia."