jueves, 26 de abril de 2012

Año Nuevo

Cuántos monigotes incendiados
Cuántas promesas están por jamás cumplirse
Cuántos abrazos habrán sido
los primeros del año
los últimos de la vida...
Cuánta pirotecnia en el cielo nocturno
Cuántas maletas estarán doblando la esquina
Todo ese peso de unos doce meses,
se va resumido en un calendario a la basura.
Era la primera noche del año 1998. El "Flaco" Adrián se había abastecido abundantemente de material durante la semana anterior, y como era de costumbre, le iba a dar la bienvenida al año con un buen bate de pasta base.
―Pilas si vienen los pacos―con un tono relajado comentó Adrián en voz baja.
Estábamos sentados en las mugrientas bancas del parque abandonado que quedaba al final de la calle principal, al otro extremo de la cuadra. Juegos infantiles oxidados, botellas de cerveza rotas, maleza hasta en el culo. Era un parque olvidado por el municipio, y hasta olvidado por Dios.
Adrián bajó el cigarrillo que lo sostenía en la oreja y poco a poco comenzó a desbaratarlo, sacando todo el contenido de tabaco dentro. Detestaba acompañarlo cada vez que iba a pegarse su ceremonia de químicos, pues su paranoia era brutal. Tampoco me agradaba el olor a rosas muertas que producía la combustión del alcaloide, ni siquiera pensaba en darle una pitada, probar esa pendejada era comparable a una patada bien directa a las bolas. Aunque... ¿Qué mas podía hacer ? Yo venía fumando un porro y estaba bien volado. Sólo buscaba algo de compañía para poder matar el rato.
―Tenme aquí esta guevada― me dijo Adrián cediéndome el cigarrillo desbaratado en mis manos.
Me tomó un par de segundos responder con la acción que me pedía Adrían. Sostuve el cigarrillo entre la yema de mis dedos, se lo sentía muy liviano, suave, terso, nunca me había puesto a analizar un cigarrillo desbaratado, estaba muy arrugado y desde adentro se podía ver el filtro claramente... que hermoso...
―Oe chucha ya deja de ver esa guevada y ponte a ver si no viene algún hijueputa― me reclamó Adrián mientras sacaba de su bolsillo una bolsita llena de mierda de coca.
―Ya tranquilo careverga que nadie hace sapada...―
―Tsss...
Adrián me rebató el cigarrillo desbaratado de mis manos y lo introduzco dentro de la bolsita para comenzar a rellenarlo lentamente con el nuevo material. Lento pero seguro, como dice el refrán. Adrián tenía la reputación de armar los mejores bates del barrio, tantos años de experiencia lo habían convertido en un Dios en su materia.
―Y que más maricón... que te cuentas, que tal el fin de año―Le pregunté a Adrián mientras este hacía su trámite.
―Nada broder ahi la misma verga de siempre, prendieron el viejo y por ahi me fui a prender un bate... y tú maricón, que chucha hiciste?
―Puta loco ahí que valistes verga, después de quemar a los viejos te hubieras tirado pa la caleta del negro que nos quedamos vacilando unas cañas, y ahí este man de guevara  y llevó una marihuana riquisima bien posi loco... Si te digo loco nos quedamos chupando como hasta las diez de la mañana en esa guevada de caleta, todavía ando medio en la verga...
―Ya pues mamaverga, ustedes que no avisan ni un culo que son como la verga...
―Chucha si era que te buscábamos con el nariz de...
―Ya ya ya calla careverga pilas por ahí creo que viene un paco mira si los son mira mira
Su paranoia acertó con lo dicho, era una camioneta de los pacos al otro lado de la calle que daba vueltas al sector.